Muchos de nosotros que cuidamos a un adulto mayor hemos escuchado el susurro inquietante de la culpabilidad, como un chango irritante sobre nuestros hombros que no deja de fastidiarnos: sentirse culpable cuando pierde la paciencia, sentirse culpable por quejarse de la falta de sueño o de dinero, sentirse culpable de no tener suficiente tiempo para pasar con la persona o el resto de su familia.

 

Incluso hay culpabilidad de sentirse feliz-cuando los cuidadores se sienten mal por sentirse bien.

 

Es una paradoja extraña el tener sentimientos positivos que sean una forma más de autoflagelación, pero así pasa.  Haga clic aquí para leer el artículo completo en inglés.