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Lecturas de hoy Lunes 19 de Noviembre, 2012 Santa In�s de As�s, hermana de Santa Clara

Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l, y �l conmigo"
(Ap 3,20)

Servicio Email diario con las lecturas del d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia Cat�lica.

Este servicio se ofrece solamente con autorizaci�n previa del receptor.

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Primera Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis del ap�stol san Juan (1, 1-4; 2, 1-5)

Esta es la revelaci�n que Dios le confi� a Jesucristo, para que �l manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunic�, por medio de un �ngel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profec�a y hagan caso de lo que en ella est� escrito, porque el tiempo se�alado est� cerca.
Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete esp�ritus que est�n ante su trono.
O� al Se�or, que me dec�a:
"Al encargado de la comunidad cristiana de Efeso escr�bele as�:
Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro: 'Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; s� que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban ap�stoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos.
Eres tenaz, has sufrido por m� y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de d�nde has ca�do, arrepi�ntete y vuelve a proceder como antes' ".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Salmo Responsorial
Salmo 1

El Se�or protege al justo.

Dichoso aquel que no se gu�a por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
El Se�or protege al justo.

Es como un �rbol plantado junto al r�o, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendr� �xito.
El Se�or protege al justo.

En cambio los malvados ser�n como la paja barrida por el viento. Porque el Se�or protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
El Se�or protege al justo.
Curando enfermos
Evangelio
Lectura del santo Evangelio seg�n san Lucas (18, 35-43)
Gloria a ti, Se�or.

En aquel tiempo, cuando Jes�s se acercaba a Jeric�, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al o�r que pasaba gente, pregunt� qu� era aquello, y le explicaron que era Jes�s el nazareno, que iba de camino.Entonces �l comenz� a gritar:
"�Jes�s, hijo de David, ten compasi�n de m�!"
Los que iban adelante lo rega�aban para que se callara, pero �l se puso a gritar m�s fuerte: "�Hijo de David, ten compasi�n de m�!" Entonces Jes�s se detuvo y mand� que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le pregunt�:
"�Qu� quieres que haga por ti?"
El le contest�:
"Se�or, que vea".
Jes�s le dijo:
"Recobra la vista; tu fe te ha curado".
Enseguida el ciego recobr� la vista y lo sigui�, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
Cara de Jesus
Sobre las Lecturas de hoy...
El paso por Jeric�, de camino a Jerusal�n, est� caracterizado por tres transformaciones. La primera por la restituci�n de la visi�n del ciego. Los ojos simbolizan las ventanas del esp�ritu para ver la creaci�n de Dios y su acci�n en la historia. Aunque muchos ve�an a Jes�s como 'hijo del rey David' y restaurador de la monarqu�a, �l no era muy partidario de las connotaciones de ese mesianismo. De hecho, �l no intenta cambiar esta visi�n por medio de discursos o reprobaciones sino con el ejemplo y la acci�n. La vista recobrada le permite al ciego ir detr�s de Jes�s y descubrir por sus propios medios qui�n era realmente �l. En nuestro tiempo asistimos a una situaci�n semejante. Muchas personas lo buscan porque lo ven como una fuente de milagros o, incluso, de poder. Otras lo siguen impresionadas por los t�tulos con los que se exalta su figura. El evangelio nos invita a pedirle a Jes�s que sea �l quien abra nuestros ojos para que seamos nosotros mismos quienes lo descubramos en los rostros de las personas que lo sirven en los m�s pobres y que sufren al defender a las v�ctimas y al exigir justicia, como �l lo hizo hace dos milenios.

Durante las dos �ltimas semanas del A�o Lit�rgico, antes del Adviento, la lectura que nos va a acompa�ar es el Apocalipsis, el �ltimo libro del NT y, por tanto, de la Biblia. Apocalipsis significa en griego "revelaci�n". Los libros "apocal�pticos" tiene unas caracter�sticas muy especiales, y usan un lenguaje misterioso, lleno de im�genes y s�mbolos, no f�ciles de entender. Se nos hablar� de dragones y caballos, de trompetas y cataclismos c�smicos, del simbolismo de los colores y de los n�meros, y sobre todo de la lucha entre la Bestia y el Cordero. La primera parte de la lectura de hoy es el inicio del libro, "la revelaci�n que Dios ha entregado a Jesucristo para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto". Cristo, por medio de un �ngel, se la comunica al "siervo Juan", el cual, "narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo". A los que iniciamos hoy esta lectura con fe, se nos felicita ya desde la primera p�gina: "dichosos los que escuchan las palabras de esta profec�a y tienen presente lo que en ella est� escrito". Pero en seguida, el Apocalipsis pasa, en los cap�tulos 2 y 3, a transcribir siete cartas a otras tantas Iglesias del Asia Menor. Hoy leemos la dirigida a la comunidad cristiana de �feso, a la que "la voz del cielo" alaba por su entereza -"has sufrido por m� y no te has rendido a la fatiga"- y adem�s por haber sabido discernir qui�nes eran los falsos profetas en su seno. Pero le recrimina que "ha abandonado el amor primero". La revelaci�n de Dios, su plan de salvaci�n, nos ha sido manifestada en Cristo Jes�s, y luego, ya desde hace dos mil a�os, a trav�s de su comunidad la Iglesia, que la va difundiendo por el mundo. Nosotros tambi�n, una vez evangelizados, nos convertimos en evangelizadores. Cada uno seg�n la misi�n recibida en la comunidad, todos tratamos de transmitir a otros la Buena Noticia del triunfo de Cristo sobre el mal. El Apocalipsis nos va a ayudar a interpretar la historia desde los ojos de la fe, a no perder nunca la confianza, a tener una visi�n pascual de los acontecimientos, por penosos que sean, y por duras que sean las dificultades internas y externas: porque el Cordero vencer� e invitar� a bodas a su Esposa la Iglesia. La primera carta de las siete dirigidas a las Iglesias del Asia puede ser que nos retrate a nosotros. Seguro que en nuestra vida hemos sufrido por Cristo, hemos demostrado nuestro aguante y ha habido per�odos en que no parec�a cansarnos el trabajar por el bien. Seguro, tambi�n, que hemos tenido momentos de lucidez para discernir qui�nes son verdaderos ap�stoles y qui�nes no. Pero tal vez merecemos tambi�n el reproche que el �ngel dedica a los Efesios: "has abandonado el amor primero". La perseverancia nos cuesta a todos, y m�s en medio de un mundo que no nos ayuda a seguir los caminos de Jes�s. Cada uno sabr� en qu� ha deca�do y, por tanto, en qu� ha de recapacitar en estos �ltimos d�as del a�o y en el Adviento pr�ximo. Que resuene dentro de nosotros la invitaci�n del vidente: "recuerda de d�nde has ca�do, convi�rtete y vuelve a proceder como antes". "�Vuelve!". El salmo primero nos invita a una renovada fidelidad: "dichoso el que no sigue el consejo de los imp�os ni entra por la senda de los pecadores, sino que su gozo es la ley del Se�or... el Se�or protege el camino de los justos, pero el camino de los imp�os acaba mal". Exhortaciones que van acompa�adas por un estribillo insistente y esperanzador, tomado del Apocalipsis: "al que venciere le dar� a comer del �rbol de la vida".

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