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Lectura de hoy Sabado 10 de Noviembre, 2012 San Le�n Magno, papa

Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l, y �l conmigo"
(Ap 3,20)

Servicio de Email diario con las lecturas del d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia Cat�lica.

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Sobre las Lecturas de hoy...


Primera Lectura
Lectura de la carta del ap�stol san Pablo a los filipenses (4, 10-19)

Hermanos:
Me he alegrado mucho en el Se�or de que el inter�s de ustedes por m� se haya vuelto a manifestar. No es que no lo tuvieran, sino que les hab�a faltado la ocasi�n de ayudarme. Y no se lo digo porque est� necesitado, pues he aprendido a conformarme con lo que tengo.
S� lo que es vivir en pobreza y tambi�n lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades.
Ustedes saben, filipenses, que al comenzar a predicar el Evangelio, cuando sal� de Macedonia, ninguna comunidad cristiana, fuera de ustedes, me brind� una ayuda econ�mica a cambio de lo que hab�an recibido de m�. Pues, incluso cuando estaba en Tesal�nica, en m�s de una ocasi�n me enviaron ayuda para aliviar mis necesidades.
No es que yo busque sus donativos; lo que me importa es que ustedes se hagan cada vez m�s ricos ante Dios. Tengo cuanto necesito y m�s de lo que necesito. Tengo de sobra con lo que Epafrodito me entreg� de parte de ustedes, y que es para Dios ofrenda y sacrificio que �l acepta con agrado. Y mi Dios, con su infinita riqueza, remediar� con esplendidez todas sus necesidades, por medio de Cristo Jes�s.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Salmo Responsorial
.Salmo 111

Dichosos los que temen al Se�or.

Dichosos los que temen al Se�or y aman de coraz�n sus mandamientos; poderosos ser�n sus descendientes: Dios bendice a los hijos de los buenos.
Dichosos los que temen al Se�or.

Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente, jam�s se desviar�n: vivir� su recuerdo para siempre.
Dichosos los que temen al Se�or.

Firme est� y sin temor su coraz�n, al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzar� llena de gloria.
Dichosos los que temen al Se�or.
Jesus ensenando
Evangelio
Lectura del santo Evangelio seg�n san Lucas (16, 9-15)
Gloria a ti, Se�or.

En aquel tiempo, Jes�s dijo a sus disc�pulos:
"Con el dinero, tan lleno de injusticias, g�nense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas peque�as, tambi�n es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas peque�as, tambi�n es infiel en las grandes.
Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, �qui�n les confiar� los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, �qui�n les confiar� lo que s� es de ustedes?
No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiar� a uno y amar� al otro, o se apegar� al primero y despreciar� al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero".Al o�r todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jes�s.
Pero �l les dijo:
"Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios".

Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
Cara de Jesus
Sobre las Lecturas de Hoy...
La expresi�n "dinero sucio" tiene en nuestra �poca el significado de riqueza mal adquirida o de enriquecimiento il�cito. Sin embargo, el evangelio no habla de esto, sino del dinero como tal. En la �poca de Jes�s la moneda se consideraba sucia porque hab�a pasado por muchas manos y hab�a entrado en contacto con muchas impurezas. Adem�s, porque se convert�a en medio para despojar a las personas de su trabajo, ya por los salarios indebidamente retenidos o por los cambios desventajosos entre la moneda nacional y la extranjera a los que los pobres eran sometidos constantemente, para pagar los impuestos del Imperio o del Templo. La ense�anza de Jes�s considera que el dinero es sucio no porque se contamine en la mano de los extranjeros o en el contacto con sustancias impuras, sino porque se utiliza para diferenciar a las personas por su abundancia o carencia. Esa diferenciaci�n de personas hace que una minor�a tenga todo el poder y todas las oportunidades y que la mayor�a tenga todas las obligaciones y desventajas. Frente al sucio dinero, Jes�s opone la honestidad, que garantiza la justicia, porque el dinero es un fetiche o �dolo que representa los valores dominantes en una sociedad basada en el lucro injustificado, la codicia y el af�n de dominio.

La �ltima p�gina de la carta a los Filipenses la dedica Pablo a agradecerles la ayuda material que le han facilitado por medio de Epafrodito a la prisi�n donde est� detenido. Por una parte, esta carta de Pablo nos sirve para valorar los favores que otros nos hacen, y para que aprendamos a ayudar a los dem�s, cuando los vemos en necesidad. Una de las cosas que m�s agradecemos es que nos visiten y nos echen una mano cuando estamos enfermos o en alguna situaci�n como la de Pablo en la c�rcel. La alabanza del salmo se nos tendr�a que aplicar de lleno a nosotros: "dichoso el que se apiada y presta... reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta". Dios no se dejar� ganar en generosidad: "Dios proveer� a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jes�s". Para el ap�stol, esta caridad es verdadera liturgia, culto que agrada a Dios m�s que los cantos y las fiestas: lo que han hecho los Filipenses mand�ndole esa ayuda "es un incienso perfumado, un sacrificio agradable que agrada a Dios". A la vez, esta p�gina que leemos hoy es tambi�n una lecci�n para que tengamos una actitud de una cierta indiferencia ante los bienes materiales: que sepamos "arreglarnos" con poco y con mucho, "en pobreza y abundancia, en hartura y en hambre". Igual que Pablo no busc� nunca aprovecharse de su ministerio para que las comunidades le mantuvieran a su costa, los cristianos -sobre todo los ministros de la comunidad- tambi�n deber�amos buscar lo necesario para la vida y para el ministerio, pero sin mostrar en ning�n momento ni codicia ni avaricia ni af�n de poseer, conform�ndonos con lo que nos va deparando la vida. �No es �se el secreto de la verdadera felicidad y de la credibilidad ante los dem�s? Ni riquezas, ni miseria. No servir a dos se�ores. Considerar a Cristo como el valor fundamental, y todo lo dem�s, como nos dec�a ayer Pablo, p�rdida y basura.

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