Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye
mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l,
y �l conmigo" (Ap 3,20)
Servicio de Email diario con las lecturas del
d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia
Cat�lica.
Este servicio se ofrece solamente
con autorizaci�n previa del receptor.
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Sobre las Lecturas de hoy...
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Primera Lectura
Lectura de la carta del ap�stol
san Pablo a los filipenses
(3, 3-8)
Hermanos:
El verdadero pueblo de Israel somos nosotros, los que servimos a Dios movidos por su Esp�ritu y ponemos nuestra gloria en Cristo Jes�s y no confiamos en motivos humanos. Aunque yo ciertamente podr�a apoyarme en tales motivos. M�s a�n, nadie tendr�a m�s razones que yo para confiar en motivos humanos, porque fui circuncidado al octavo d�a, soy israelita de nacimiento, de la tribu de Benjam�n, hebreo e hijo de hebreos; en lo que toca a la interpretaci�n de la ley, fariseo, y tan fan�tico, que fui perseguidor de la Iglesia de Dios; y en cuanto a la rectitud que da el cumplimiento de la ley, intachable.
Pero todo lo que era valioso para m�, lo consider� sin valor a causa de Cristo. M�s a�n, pienso que nada vale la pena en comparaci�n con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jes�s, mi Se�or, por cuyo amor he renunciado a todo, y todo lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
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Salmo Responsorial
Salmo 104
El que busca al Se�or
ser� dichoso.
Entonen en su honor himnos y cantos; celebren sus portentos. Del nombre del Se�or enorgull�zcanse y si�ntase feliz el que lo busca.
El que busca al Se�or
ser� dichoso.
Recurran al Se�or y a su poder y a su presencia acudan. Recuerden los prodigios que �l ha hecho, sus portentos y or�culos.
El que busca al Se�or
ser� dichoso.
Descendientes de Abraham, su servidor; estirpe de Jacob su predilecto, escuchen: el Se�or es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos.
El que busca al Se�or
ser� dichoso.
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Evangelio
Lectura del santo Evangelio
seg�n san Lucas (15, 1-10)
Gloria a ti, Se�or.
En aquel tiempo, se acercaban a Jes�s los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre s�:
"Este recibe a los pecadores y come con ellos".
Jes�s les dijo entonces esta par�bola:
"�Qui�n de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdi� hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegr�a y al llegar a su casa, re�ne a los amigos y vecinos y les dice:
'Al�grense conmigo, porque ya encontr� la oveja que se me hab�a perdido'. Yo les aseguro que tambi�n en el cielo habr� m�s alegr�a por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.
�Y qu� mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una l�mpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, re�ne a sus amigas y vecinas y les dice:
'Al�grense conmigo, porque ya encontr� la moneda que se me hab�a perdido'. Yo les aseguro que as� tambi�n se alegran los �ngeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente".
Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
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Sobre las Lecturas de Hoy...
La conversi�n no es un problema de 'legitimaci�n', sino de justicia. El grupo religioso de los fariseos y el grupo de profesionales de la Ley se consideraban mejores porque cumpl�an con los preceptos seg�n los cuales ellos mismos interpretaban las leyes. De hecho la Ley o Torah constaba de dos partes, una escrita, p�blica y conocida por el com�n de la gente que conten�a 613 preceptos y otra oral, reservada y especial que era s�lo posesi�n de unos pocos. Los pecadores y los publicanos carec�an de los conocimientos y de los medios pr�cticos y econ�micos para cumplir una y otra, y por eso estaban proscritos de la vida religiosa com�n. Jes�s les pide a unos y a otros no que se legitimen a trav�s del conocimiento y la observancia de las leyes, sino que atiendan a la justicia y rompan con la exclusi�n que condena a una minor�a a ser 'la moneda extraviada', 'la oveja perdida' o el 'hijo pr�digo'. Y la manera m�s efectiva de incluir a los excluidos es su b�squeda, rescate, perd�n, reconciliaci�n y fiesta. Jes�s nos presenta el Reino como una celebraci�n casera de la vida y de los valores recuperados e integrados en el grupo de amigos y amigas del Reino.
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En la primera lectura, se ve que tambi�n en Filipos habla problemas con los judaizantes, que, provenientes del pueblo de Israel, se aferraban a la necesidad de seguir la ley de Mois�s, adem�s del evangelio de Jes�s. Pablo se pone a s� mismo como ejemplo de una persona que antes tambi�n pensaba igual, pero ha cambiado. Los que ven nuestro estilo de vida tendr�an que notar que los cristianos hemos hecho una opci�n por los valores de Cristo, por encima de otros valores humanos.
�Podr�amos decir que todo lo que se considera "ganancia" seg�n los criterios del mundo, lo hemos dejado en segundo t�rmino, porque hemos descubierto a Cristo en nuestra vida?
Si uno se hace, por ejemplo, religioso, o sacerdote, no es porque no pueda formar una familia o triunfar en los diversos campos de la vida social. Sino porque encuentra otro "tesoro" que le parece superior, por el que vale la pena dejar todo lo dem�s, para dedicarse a dar testimonio de Cristo y de su evangelio en este mundo: "todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo".
Si el salmista reflejaba la alegr�a de los creyentes del AT: "que se alegren los que buscan al Se�or, buscad continuamente su rostro", los cristianos tenemos todav�a m�s t�tulos para dedicar nuestras mejores energ�as a la causa de Cristo. "Ponemos nuestra gloria en Cristo Jes�s, sin confiar en lo exterior".
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