Los deseos juegan un papel muy importante en nuestra vida; son la motivación fundamental para todas las emociones y acciones humanas. Jesús enseñó en Marcos 11:24, que nuestros deseos juegan un papel importante en nuestra vida de oración: "Por eso les digo que todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido, y lo recibirán".
Los deseos sólo son posibles en el área de nuestro potencial para creer.
Dado que los deseos se basan en nuestras emociones humanas, debemos estar conscientes de los posibles problemas que los deseos enfrentan en su proceso de realización. En primer lugar debemos estar conscientes de nuestros motivos, ya que podemos desear las cosas correctas por las razones equivocadas y así caer en la lujuria y la necesidad, en lugar de tener un deseo positivo. Por esta razón ten en cuenta que la lujuria impacta nuestros deseos.
Cuando estamos en los deseos de la carne siempre buscamos nuestro propio camino. Cuando tenemos el deseo de los ojos, queremos todo por razones egoístas. El orgullo de la vida nos empuja a querer parecer más importantes que los otros.
Veamos al agricultor en Lucas 12:16, su ansia de riqueza causó que sobrevalorara las cosas más que a las personas, y esto se convirtió en el símbolo de su identidad. Es importante que tengamos un deseo nacido desde el Espíritu de Dios en nuestras vidas. El agricultor en Lucas 12 era muy codicioso, tenía una sed insaciable de obtener más y más para nunca estar realmente satisfecho. La lujuria o malos deseos, son un pozo vacío sin fondo.
Debemos saber también que las necesidades no son lo mismo que los deseos. Las necesidades son un conjunto de circunstancias que requieren algún tipo de acción, son como una brecha. Antes de dar un vistazo a lo que es el deseo desde la perspectiva de Dios, centrémonos en la lujuria o deseos negativos, pues necesitaremos adquirir una perspectiva precisa sobre los deseos positivos.