Nuestra generación de líderes de negocios son como exploradores en una nueva tierra. Vivir en este desafiante nuevo mundo es intelectualmente y emocionalmente exigente. Para liderar y prosperar exige energía, altos niveles de compromiso personal y fortaleza.

Estamos implorando certeza y un camino claro por delante. Sin embargo, en nuevos territorios, más es lo desconocido que lo conocido. Exploramos sin mapas, o al menos con mapas viejos que estamos tratando de actualizar. Lo que es más, la mayoría de nosotros no hemos sido preparados para vivir y liderar en tiempos de tanta ambigüedad y cambio constante. Esto hace  el liderar mucho más complejo, excitante y en ocasiones arriesgado, pero siempre desafiante.

Paradójicamente, también lideramos en un mundo rico en oportunidades. China e India están invirtiendo fuertemente. En países al otro lado del mundo, grandes retos están en desarrollo. Esto hace importante la necesidad de una firme estrategia para destapar la energía y el potencial de la gente de nuestro país.

¿Qué entonces es lo que se está pidiendo de nuestra gente? Habiendo trabajado con líderes a través de los años, está muy claro que el único trabajo verdadero de un líder es el crear el futuro. Es por esto que valoramos la visión. No literalmente por lo que podemos ver, pero por lo que creemos que puede suceder, aquello que todavía no existe. La visión construye los mapas que tan desesperadamente necesitamos para no temer del futuro. En conjunto con la creación de nuevos mapas, está la tarea de generar esperanza y confianza en el futuro. Esperanza y confianza es la moneda del liderazgo. Esperanza es la fuente del valor que genera la confianza para la acción.

El liderazgo no es una teoría. Es un conjunto de prácticas que deben trabajar en un mundo real. La intención por sí sola no es suficientemente buena.  La intención es noble pero no resuelve problemas, no mejora la salud, no crea riqueza, no resuelve la criminalidad, no mejora la competitividad, no construye familias ni crea el futuro. La acción con confianza sí resuelve.

Necesitamos líderes que sepan lo que están haciendo y que tengan el valor moral y la energía para hacerlo. El comportamiento viene primero y luego la teoría. Cuando esta secuencia se confunde, todos estamos en la zona de peligro. Cuando la teoría sustituye la acción, la esperanza y la confianza se erosiona y la reputación del líder se lastima. El futuro también se pone en riesgo.

Que el liderazgo es algo que podemos escoger no es una nueva idea. Requiere de una decisión, hecha con la cabeza y el corazón. Un encasillado en un organigrama con nuestro nombre, no importa cuán alto en la organización no provee garantía alguna que la decisión de ser un líder realmente se ha tomado. Podemos tener el título pero no tenemos la credibilidad que viene de la esperanza y confianza que otros ponen en nosotros y en nuestra visión.

En otras partes de la organización hay otros también escondiéndose. La reputación de nuestros negocios se hace o se destruye en la línea frontal. La mejor definición de cultura con la que me he encontrado es; "lo que la mayoría de la gente hace la mayoría del tiempo, cuando nadie los está viendo." Es esta última parte de la oración lo que me interesa; "cuando nadie los está viendo." ¿Qué hace la gente en su negocio cuando nadie los está viendo? ¿Están ellos pensando y actuando como líderes, haciendo la parte que les corresponde en crear el futuro?

En mi esfuerzo por ayudar las organizaciones crear una cultura de liderazgo, frecuentemente le pido a grupos que levanten las manos aquellos que son líderes. El resultado es fascinante. Un pequeño porcentaje levantan sus manos, mientras el resto están llenos de incertidumbre. Algunos miran y esperan ver qué hacen otros, antes de responder. Los "lideres" a veces son tan indecisos como los "no lideres".

¿Por qué no todos levantan las manos rápidamente? Se debe a que como parte de nuestra identidad profunda, muchos no se creen lideres; a cargo de sus vidas, creando su propio futuro entusiasmadamente. ¿Por qué es que no nos vemos así mismo como la contestación a la pregunta? ¿Es acaso nuestra humildad? ¿Es la teoría que ha motivado a los líderes para que pensemos del liderazgo como algo que solo logramos cuando nos convertimos en alguien con un puesto alto en la organización?

¿Es acaso que hemos entregado a otros autoridad en nuestras vidas porque pensamos que saben más? Sospecho que sí. En un despliegue notable de dependencia cuando esperamos que otros nos inspiren, nos motiven, nos provean visión y entonces nos digan cuán bien hemos hecho. ¿A partir de cuándo es que pusimos más confianza en otros que en nosotros mismos? ¿Desde cuándo empezamos a creer en otros más de lo que creemos en nosotros mismos? ¿Por qué esperamos que otros hagan más por nosotros de lo que propiamente estamos preparados a hacer por sí mismo? Inspiración, motivación y significado son mis responsabilidades, ya sea en la línea frontal o en la junta de directores.

Dos retos quedan. Necesitamos "Lideres" que lideren, que asuman responsabilidades de la posición y se alejen de la seguridad del título. Acompañado de poder sobre recursos viene la autoridad en la vida de cada persona. Cuando levantamos las manos para liderar nos convertimos en una fuerza creativa en la vida de la gente y la organización. Debemos desencadenar la furia total de esta fuerza. Debemos estar preparados para preguntar; "Entre los lideres, ¿hay un líder?" y tener la confianza de la respuesta.

A aquellos que son "no lideres", hay un umbral crítico que cruzar. Liderazgo no es un titulo sino más bien una decisión seguida por una acción. No es un club exclusivo. Lo que importa son sus acciones mientras nadie está mirando. Cuando usted lidera su turno usted mismo. Levante su mano, es como usted crea su futuro. No se atreva delegarle esto a otro; es demasiado arriesgado. Finalmente, necesitamos poder preguntar "Entre los no-lideres, ¿hay un líder?", y estar confiado de la respuesta.

Recuerde, "No es lo que usted logró, es lo que usted no logró lo que duele".