En el mundo del "YO" que vivimos hoy, demasiadas personas están al acecho de lo que pueden conseguir de sus patronos, sus empleados, sus socios, sus relaciones con colegas y asociados, y con cualquiera otro que puedan utilizar para su propio beneficio.
No necesitamos viajar fuera de nuestro país para ver la devastación causada por líderes políticos y de negocios que han creído que su posición le da licencia para alimentar sus propios deseos egoístas a expensa de aquellos bajo su control.
Los medios están constantemente corriendo historias de políticos y servidores públicos que han avanzado tan pronto juramentaron a comprarse costosos autos y otros lujos, mientras que la gente que los eligió todavía continúan luchando con la pobreza y el desempleo.
La empresa privada no se comporta nada mejor. Ejecutivos de grandes corporaciones forcejean por pequeños porcientos o centavos a la hora de negociar salarios para sus trabajadores, sin embargo, muy felizmente se pagan bonos en múltiplos de millones.
Pero, antes que critiquemos tales personas, aunque no quiero decir que no debemos exigirles responsabilidad, debemos considerar nuestra propia situación.
El egoísmo es una aflicción humana tan ampliamente extendida que muy pocos pueden escapar de sus tentáculos. Aquellos que sí logran derrotar el egoísmo demuestran una magnificencia admirablemente inspiradora. Pero aquellos que se hunden en el egoísmo se sitúan gratuitamente a sí mismos a fuerzas destructivas, las cuales eventualmente los consumirán al igual que otros en el proceso.
En el lugar de empleo, puede ser que empleados egoístas quieran aumentos de salario y promociones, sin embargo su egoísmo evita que hagan un esfuerzo inmenso para brindarles a los clientes el servicio que ellos se merecen. También puede prevenirles de ir la milla extra en beneficio del equipo o el proyecto. Sencillamente quieren que les paguen por simplemente aparecerse a trabajar.
No importa qué edad, posición o estatus social tenga una persona egoísta, están demostrando que una parte de su personalidad no se ha desarrollado más allá de sus años de juventud. Como cualquier padre o madre sabe, los niños y los jóvenes tienden a ser los seres más egoístas. Requiere madurez para crecer y dejar ese egoísmo y poder considerar las necesidades de otros por encima de las propias.
Puede que se estén preguntando qué tiene que ver este tema con los negocios. Muy simple. En las palabras de Michael Bryan, "Para conseguir lo que tú quieres, dale a otros lo que ellos necesitan".
Esa aseveración contiene la esencia de una compañía exitosa. Un negocio exitoso y sustentable se construye mediante identificar y proveer una necesidad. Es solo cuando miramos mas allá de nuestras necesidades para ver las necesidades de otros y ver cómo podemos hacer algo para suplir esas necesidades que comenzamos a crear algo de valor para otros y para nosotros.
¿Qué tipo de cultura está usted nutriendo en su compañía? ¿Es una que se alimenta de su egoísmo y del egoísmo de sus directores? Por un momento considere lo que le pasó a Enron, Arthur Anderson, WorldCom, Adelphia y más recientemente Lehman Brothers. Todas estas empresas cometieron el mismo error que todas las personas egoístas hacen: "Mis necesidades son más importantes que aquellas de otros. Yo voy primero."
Cuando Puerto Rico tenga más líderes de negocios desinteresados que estén preparados para darles a otros lo que necesitan (a un precio razonable), y no estén más interesados en cuanto a sus necesidades a expensas de otros, estaremos en el camino a mayor éxito basado en un modelo de desarrollo económico fundamentado en el bienestar de su gente y el cual deja atrás el egoísmo.
¿Qué es lo que usted debe dar a otros de manera que usted pueda conseguir lo que necesita? ¿Acaso son sus destrezas, experiencias y expertise? ¿Acaso es simplemente buen servicio? ¿Acaso puede ser tiempo, o cuidado? Sea lo que sea, le urjo a identificarlo y luego salga a hacerlo. Ningún inversionista inteligente espera un retorno de una inversión que nunca hizo. Esto se debe a que ellos entienden la ley de sembrando y cosechando. Lo que sembramos, es lo que cosechamos.
Le invito a comenzar a mirar contrario a su gratificación inmediata en el interés de proveer las necesidades de su patrono y de su gente. Entonces comience a ver como las cosas comienzan a trabajar para usted, en lugar de contra usted.