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Lectura de hoy Martes 09 de Octubre, 2012 San Luis Bertr�n

Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l, y �l conmigo"
(Ap 3,20)

Servicio de Email diario con las lecturas del d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia Cat�lica.

Este servicio se ofrece solamente con autorizaci�n previa del receptor.

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Primera Lectura
Lectura de la carta del ap�stol san Pablo a los g�latas (1, 13-24)

Hermanos:
Ciertamente ustedes han o�do hablar de mi conducta anterior en el juda�smo, cuando yo persegu�a encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla.
Deben saber que me distingu�a en el juda�smo, entre los j�venes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas. Pero Dios me hab�a elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llam�. Un d�a quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ning�n consejo humano y sin ir siquiera a Jerusal�n para ver a los ap�stoles anteriores a m�, me traslad� a Arabia y despu�s regres� a Damasco.
Al cabo de tres a�os fui a Jerusal�n, para ver a Pedro y estuve con �l quince d�as. No vi a ning�n otro de los ap�stoles, excepto a Santiago, el pariente del Se�or. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Despu�s me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conoc�an personalmente. Lo �nico que hab�an o�do decir de m� era:
"El que antes nos persegu�a, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quer�a destruir", y glorificaban a Dios por mi causa.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Salmo Responsorial
Salmo 138

Cond�ceme, Se�or, por tu camino.

T� me conoces, Se�or, profundamente: t� conoces cu�ndo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, t� observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Cond�ceme, Se�or, por tu camino.

T� formaste mis entra�as, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas.
Cond�ceme, Se�or, por tu camino.

Conoc�as plenamente mi alma, no se te escond�a mi organismo, cuando en lo oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Cond�ceme, Se�or, por tu camino.
Con Maria y Marta
Evangelio
Lectura del santo Evangelio seg�n san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Se�or.

En aquel tiempo, entr� Jes�s en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibi� en su casa. Ella ten�a una hermana, llamada Mar�a, la cual se sent� a los pies de Jes�s y se puso a escuchar su palabra.
Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acerc�ndose a Jes�s, le dijo:
"Se�or, �no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Se�or le respondi�:
"Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo as� que una sola es necesaria. Mar�a escogi� la mejor parte y nadie se la quitar�".

Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
Cara de Jesus
Sobre las Lecturas de Hoy...
El evangelio nos plantea un dilema de la vida cristiana: no basta con recibir a Jes�s, ya que la mayor parte de la gente lo hace, incluso los no cristianos; es necesario elegirlo a �l. Jes�s llega a la casa de estas dos mujeres en calidad de hu�sped. Martha cumple religiosamente sus deberes de hospitalidad para con este invitado, pero no acude a su ense�anza; Mar�a, por el contrario, asume la condici�n de la disc�pula y se coloca a sus pies; la escucha de las palabras del maestro marca la diferencia con su hermana Martha. En la vida cristiana puede ocurrir otro tanto. Hemos recibido a Jes�s a trav�s de rituales religiosos de amplio reconocimiento social. Incluso podemos exhibir una partida de nuestro bautismo, pero tal vez no podemos decir lo mismo respecto a escuchar la palabra que Jes�s nos comunica en la Biblia y en la vida. La actitud de estas dos mujeres nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia manera de relacionarnos con Jes�s y sobre aquello que es m�s relevante para la vida cristiana. Escoger la mejor parte significa aprender a escuchar la palabra de vida que Jes�s nos revela en los evangelios y en el encuentro con nuestra comunidad de fe.

�A qu� viene, en esta carta, la p�gina autobiogr�fica que Pablo les escribe a los G�latas? No nos extra�a la maniobra de que fue objeto Pablo y muchos sucesores suyos. Cuando una doctrina no nos gusta, intentamos desacreditar al que la proclama. Si la Iglesia, tambi�n ahora, defiende valores que resultan inc�modos y no populares -como la defensa de la vida o la justicia social-, est� expuesta a ser v�ctima de una campa�a m�s o menos sutil de desprestigio o incluso de violencia. En el caso de Pablo son los tradicionalistas, instalados en la formaci�n recibida, los que no quieren que se mueva nada y atacan a este revolucionario que no respeta, seg�n ellos, los valores m�s sagrados del juda�smo. El modo indirecto de atacarle es negar la legitimidad de su ministerio. La reacci�n tiene que ser una mezcla de decisi�n y de humildad, no por los caminos de la violencia o del inter�s personal. Si Pablo se defiende, es para proteger el evangelio que ha predicado, y que ve peligrar por la intromisi�n de esos falsos profetas. No debemos buscarnos a nosotros mismos. El juicio cr�tico de los dem�s no nos angustia. M�s bien nos sentimos juzgados por Dios, que nos conoce en profundidad, y deseamos su aprobaci�n: "Se�or, t� me sondeas y me conoces... conoces hasta el fondo de mi alma". Nuestra meta no es defender la propia honra ni conseguir aplausos, sino anunciar la salvaci�n de Dios. Eso s�, con la energ�a de que da muestras Pablo.

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