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Lectura de hoy Domingo 02 de Septiembre, 2012 Beato Bartolom� Gutierrez, m�rtir

Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l, y �l conmigo"
(Ap 3,20)

Servicio de Email diario con las lecturas del d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia Cat�lica.

Este servicio se ofrece solamente con autorizaci�n previa del receptor.

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Primera Lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1-2. 6-8)

En aquellos d�as, habl� Mois�s al pueblo, diciendo:
"Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te ense�o, para que los pongas en pr�ctica y puedas as� vivir y entrar a tomar posesi�n de la tierra que el Se�or, Dios de tus padres, te va a dar.
No a�adir�n nada ni quitar�n nada a lo que les mando:
Cumplan los mandamientos del Se�or que yo les ense�o, como me ordena el Se�or, mi Dios. Gu�rdenlos y c�mplanlos porque ellos son la sabidur�a y la prudencia de ustedes a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticias de todos estos preceptos, los pueblos se dir�n:
'En verdad esta gran naci�n es un pueblo sabio y prudente'. Porque, �cu�l otra naci�n hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo est� nuestro Dios, siempre que lo invocamos? �Cu�l es la gran naci�n cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy?"

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Salmo Responsorial
.Salmo 14

�Qui�n ser� grato a tus ojos, Se�or?

El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
�Qui�n ser� grato a tus ojos, Se�or?

Quien no hace mal al pr�jimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Alt�simo.
�Qui�n ser� grato a tus ojos, Se�or?

Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes, �se ser� agradable a los ojos de Dios eternamente.
�Qui�n ser� grato a tus ojos, Se�or?
Segunda Lectura
Lectura de la carta del ap�stol Santiago (1, 17-18. 21-22. 27)

Hermanos:
Todo beneficio y todo don perfecto viene de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay ni cambios ni sombras. Por su propia voluntad nos engendr� por medio del Evangelio para que fu�ramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas.
Acepten d�cilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en pr�ctica esa palabra y no se limiten a escucharla, enga��ndose a ustedes mismos. La religi�n pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los hu�rfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Jesus el Maestro
Evangelio
Lectura del santo Evangelio seg�n san Marcos (7, 1-8. 14-15. 21-23)
Gloria a ti, Se�or.

En aquel tiempo, se acercaron a Jes�s los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusal�n. Viendo que algunos de los disc�pulos de Jes�s com�an con las manos impuras, es decir, sin hab�rselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: "�Por qu� tus disc�pulos comen con manos impuras y no siguen la tradici�n de nuestros mayores?"(Los fariseos y los jud�os, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradici�n de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradici�n, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jes�s les contest�:
"�Qu� bien profetiz� Isa�as sobre ustedes, hip�critas, cuando escribi�:
Este pueblo me honra con los labios, pero su coraz�n est� lejos de m�. Es in�til el culto que me rinden, porque ense�an doctrinas que no son sino preceptos humanos! Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres".
Despu�s, Jes�s llam� a la gente y les dijo:
"Esc�chenme todos y enti�ndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que s� lo mancha es lo que sale de dentro; porque del coraz�n del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamaci�n, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre".

Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
Cara de Jesus
Sobre las Lecturas de Hoy...
Vigesimo Segundo Domingo del tiempo ordinario, Ciclo B.

Es antigua la tentaci�n de considerar que lo esencial de una religi�n est� en el cumplimiento de ciertas formalidades rituales, y no en la asunci�n de sus principios vitales. Tambi�n esta tentaci�n acompa�� al �pueblo de Dios� de Israel -como a muchos otros �Pueblos de Dios�-, desde tiempos inmemoriales. Hoy, si alguna persona se atreve a cuestionar, aunque sea indirectamente, ciertos lastres hist�ricos y a proponer alternativas coherentes con el evangelio, en poco tiempo es tachada de �desviarse de la aut�ntica doctrina�. Sin embargo, como nos recuerda el Salmo, no son los muchos ornamentos ni el boato de las celebraciones lo que nos eleva a Dios, sino la justicia, la honestidad, la recta intenci�n y el respeto. Anunciar la justicia y vivirla en el d�a a d�a constituye la exigencia fundamental de las Escrituras judeocristianas -y en esto coinciden con tantas otras Escrituras-. Los rituales, las prescripciones, las ceremonias... nos pueden ayudar a continuar por el camino de Dios, pero no pueden sustituirlo. Por esta raz�n, la exhortaci�n que Mois�s dirige a su pueblo se centra en la necesidad que tiene el pueblo de Dios de hacer una clara opci�n por el Dios de la libertad y por la justicia que los ha sacado de Egipto. De lo contrario, el sue�o de la �tierra prometida� se puede convertir en una cruel pesadilla.

Los primeros cristianos experimentaron en carne propia la amenaza del formalismo y el ritualismo. Despu�s de un tiempo de dedicaci�n y fervor por la misi�n, los �nimos comenzaron a ceder y la comunidad se vio r�pidamente atra�da por las relaciones puramente funcionales y formales. De este modo se perd�a la fraternidad que les daba identidad y coherencia.

La carta de Santiago nos pone en guardia contra una religi�n que no encarne los valores del Evangelio. La palabra escuchada en la Sagrada Escritura debe ser discernida seg�n el Esp�ritu para vivirla d�cilmente en la vida cotidiana. El cristianismo no es una formalidad social que cumplir, ni un ritual m�s en las pr�cticas piadosas de una cultura. El cristianismo se manifiesta como una opci�n vital que requiere del compromiso �ntegro de la persona. La comunidad de creyentes es el espacio ideal para que la persona realice su opci�n y viva, en compa��a de otros hermanos y hermanas, el llamado de Jes�s. Aunque el libro del Deuteronomio -que Jes�s sigue muy de cerca- propone como religi�n una serie de principios �ticos orientados a crear lazos de solidaridad, equidad y justicia; sin embargo, el juda�smo del primer siglo estaba m�s inclinado a valorar las formalidades. Lavarse o no lavarse la manos antes de ingerir alimentos hab�a pasado de ser una norma elemental de higiene a convertirse en una norma que decid�a qui�n era religioso y qui�n era un pecador. La tentaci�n de canonizar los objetos, los rituales, los espacios y el tiempo le pueden hacer olvidar a la persona piadosa que la esencia de su relaci�n con Dios no est� en los protocolos culturales, sino en el respeto, la compasi�n y la misericordia. Jes�s nos invita a redescubrir la esencia del cristianismo en nuestra opci�n por construir la Utop�a de Dios -lo que �l llamaba �Malkuta Yav�, Reino de Dios- y por vivir de acuerdo con los principios del evangelio. Todas nuestras normas y protocolos est�n al servicio de una aut�ntica vivencia de sus ense�anzas. Nosotros no debemos renunciar a una vida aut�ntica y creativa para seguirlo a �l. Todo lo contrario. Debemos recrear aqu� ya ahora toda la novedad de su profec�a y toda la radicalidad de su amor incondicional por los excluidos. Conectado con todo este tema est� aquel otro de �la letra y el esp�ritu�: la letra es el detalle de lo mandado, la prescripci�n, el rito, la acci�n concreta... El esp�ritu es el sentido con el que ha sido concebida aquella pr�ctica concreta, y la vivencia con la que debe ser vivida. Por eso se dice que la letra (se entiende: la sola letra, o la letra sin esp�ritu) mata, mientras que el esp�ritu vivifica. La letra es medio, mientras que el esp�ritu es un fin. �ste puede darse aun sin aqu�lla, al margen o incluso �en contra� de ella: en efecto hay veces que, en circunstancias muy especiales, el esp�ritu de una ley o de una pr�ctica ritual puede exigir hacer en aquella situaci�n, �precisamente lo contrario� de lo que la letra prescribe. Esa flexibilidad, esa �libertad de esp�ritu� se exige a los cristianos, como a todo ser humano adulto y maduro. La actualizaci�n de estos textos puede hacerse perfectamente siguiendo la exhortaci�n de Santiago: �"Llevad la Palabra a la pr�ctica"!. La Palabra es un don perfecto que "viene de arriba, del Padre de los Astros"; es, en definitiva, el mismo Jesucristo. F�cilmente, siguiendo las recriminaciones de Jes�s, se puede actualizar el evangelio aplic�ndolo a los convencionalismos, a las pr�cticas religiosas y legales sin fidelidad interior. Habr� que tener en cuenta, sin embargo, que Jes�s habla de "las tradiciones de los hombres" en contraposici�n con el mandamiento de Dios, para no ofrecer la sospecha de que la participaci�n sacramental -la misa del domingo por ejemplo- es un convencionalismo entre otros. Una actualizaci�n m�s v�lida es destacar, en el contexto cultural y religioso de nuestra sociedad, el valor absoluto del mandamiento de Dios por encima de cualquier documento legal de la sociedad, incluso los de m�s alto nivel. Por mucha mayor�a que haya obtenido una ley, no por eso se convierte en mandamiento de Dios. La explicaci�n que se debe hacer es la necesidad, para el creyente, de entender el car�cter personal y relacional de la vida moral, m�s all� de un planteamiento �tico limitado s�lo a algunos valores. Sin duda que estos valores podr�n coincidir con valores evang�licos, y participar, por eso, del valor de los mandatos de Dios. Pero el cristiano debe tener presente que el mandamiento de Dios es siempre prioritario frente a las tradiciones y leyes de los hombres. Esto pide, �est� claro! conocer bien el mandamiento de Dios... Sobre todo la actualizaci�n deber�a ayudar a percibir el gozo y la libertad que vienen, para nosotros, de tener "plantada" la Palabra, que "es capaz de salvarnos". Es as�: la siembra se hace cada domingo en el coraz�n del hombre, que es donde necesita arraigar la Palabra.


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