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Lectura de hoy Sabado 04 de Agosto, 2012 San Juan Bautista Maria Vianney

Servicio Email de Lecturadeldia.com
"He aqu�, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrar� a �l, y cenar� con �l, y �l conmigo"
(Ap 3,20)

Servicio de Email diario con las lecturas del d�a de acuerdo con el Ciclo Lit�rgico de la Iglesia Cat�lica.

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Sobre las Lecturas de hoy...


Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Jerem�as (26, 11-16. 24)

En aquellos d�as, los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y al pueblo:
"Ese hombre, Jerem�as, merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han o�do".
Pero Jerem�as les dijo a los jefes y al pueblo:
"El Se�or me ha enviado a profetizar todo lo que han o�do contra este templo y esta ciudad. Pues bien, corrijan su conducta y sus obras, escuchen la voz del Se�or, su Dios, y el Se�or se retractar� de la amenaza que ha pronunciado contra ustedes.
Por mi parte, yo estoy en manos de ustedes: hagan de m� lo que les parezca justo y conveniente.Pero s�panlo bien:
si me matan, ustedes, la ciudad y sus habitantes ser�n responsables de la muerte de un inocente, porque es cierto que el Se�or me ha enviado a ustedes para anunciarles todas estas cosas".
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas:
"Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Se�or, nuestro Dios".
Entonces Ajicam, hijo de Saf�n, defendi� a Jerem�as, para que no fuera entregado en manos del pueblo y lo mataran.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Se�or.
Salmo Responsorial
Salmo 68

Defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o.

S�came de este cieno, no vaya a ser que me hunda; ponme a salvo, Se�or, de los que me odian y de estas aguas tan profundas.
Defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o.

No dejes que me arrastre la corriente y que me trague el remolino; no dejes que se cierre sobre m� la boca del abismo.
Defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o.

M�rame enfermo y afligido; defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o. En mi cantar exaltar� tu nombre, proclamar� tu gloria,agradecido.
Defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o.

Se alegrar�n al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendr�n m�s �nimo, porque el Se�or jam�s desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado.
Defi�ndeme y ay�dame, Dios m�o.
Muerte de Juan Bautista
Evangelio
Lectura del santo Evangelio seg�n san Mateo (14, 1-12)
Gloria a ti, Se�or.

En aquel tiempo, el rey Herodes oy� lo que contaban de Jes�s y les dijo a sus cortesanos:
"Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso act�an en �l fuerzas milagrosas".
Herodes hab�a apresado a Juan y lo hab�a encadenado en la c�rcel por causa de Herod�as, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le dec�a a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quer�a quitarle la vida, le ten�a miedo a la gente, porque cre�an que Juan era un profeta.
Pero lleg� el cumplea�os de Herodes, y la hija de Herod�as bail� delante de todos y le gust� tanto a Herodes, que jur� darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeci�, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, orden� que se la dieran; y entonces mand� degollar a Juan en la c�rcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llev� a su madre.
Despu�s vinieron los disc�pulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jes�s.

Palabra del Se�or.
Gloria a ti, Se�or Jes�s.
Cara de Jesus
Sobre las Lecturas de Hoy...
Si bien Juan muri� v�ctima de una conspiraci�n palaciega, la raz�n de su martirio se encuentra en el ministerio que �l ejerci� a orillas del Jord�n, en el desierto de Judea. Una primera caracter�stica de su carisma fue la vestimenta que asumi�, que lo asemejaba a los profetas de anta�o, como El�as, que vest�an un sencillo traje de lana de camello. Adem�s de esto, le record� a Israel la necesidad de volver al desierto, al lugar de encuentro con Dios. Por esta raz�n se ubic� en ese paraje aislado, por donde Josu� pas� de camino en la b�squeda de la Tierra Prometida. Juan adem�s asumi� la dieta del nazareo, es decir de la persona que hac�a votos de consagraci�n a Dios y los viv�a por medio de las prescripciones diet�ticas y por su vinculaci�n a la actividad de los santuarios. Todos estos gestos prof�ticos her�an gravemente la sensibilidad y el prestigio de las autoridades de Jerusal�n, caracterizadas por su corrupci�n, por su connivencia con los invasores y por la relajaci�n de las aut�nticas exigencias religiosas. Pero, tal vez, lo m�s radical de todo fue la denuncia del trato inmisericorde que los hijos de Herodes se daban entre s� mismos y contra su propio pueblo.

En la primera lectura, la figura pat�tica de Jerem�as anuncia la de Jes�s ante los tribunales de su �poca. �l s� fue llevado a la muerte por su libertad al denunciar los males de su sociedad y proponer un estilo de vida que trastornaba los planes, sobre todo, de los dirigentes de su pueblo. Jerem�as es tambi�n figura de todos los profetas que han sido valientes, como el Bautista, como Esteban, como Pedro y Pablo, que se enfrentaron l�cidamente contra la terquedad o la malicia de algunos. Y de tantos otros, tambi�n contempor�neos nuestros, que elevan su voz para denunciar las injusticias sociales o la p�rdida de valores humanos y cristianos. �Estamos convencidos de que vale la pena dar testimonio de los valores del evangelio en medio de nuestro mundo, a pesar de las dificultades que nos puedan sobrevenir? Nuestra situaci�n, probablemente, no ser� tan dram�tica como la de Jerem�as, que fue a parar al fondo de un pozo. No tendremos que recurrir personalmente a la angustiosa oraci�n del salmo: �arr�ncame del cieno, que no me hunda, l�brame de los que me aborrecen y de las aguas sin fondo�. Pero, tal vez, podremos decir con verdad: �que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino�.

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