La tragedia de los niños de la guardería conmocionó a las personas de Sonora y del resto del país. En los medios se han oído todo tipo de opiniones y promesas. Las autoridades gubernamentales prometen investigaciones para deslindar responsabilidades y castigar a los culpables, incluyendo dueños y funcionarios públicos.
Sin embargo, en todas las declaraciones que he escuchado nunca se ha mencionado, quién es a mi juicio, el verdadero culpable de la tragedia: un modo de pensar lleno de mediocridad y egoísmo que hace que los mexicanos seamos incapaces de tomar decisiones anteponiendo el bienestar común al beneficio personal.
Tenemos arraigada una «mentalidad de escasez» que nos hace actuar como si las bendiciones y recursos que tenemos no fueran a alcanzar para todos. Por miedo a no tener, por miedo a no poder, por miedo a ser excluidos, vemos el bienestar y el progreso ajeno como una amenaza a nuestra capacidad de ser, de hacer y de tener. La «mentalidad de escasez» nos lleva a acaparar, a robar, a ser deshonestos y a abusar del débil por miedo a que el mejoramiento de los otros sea la desgracia propia.
Bajo el enfoque de una «mentalidad de escasez» es fácil comprender porqué se tenían en esa guardería, y se siguen teniendo en muchas otras, instalaciones inapropiadas y personal deficiente mal capacitado. Las instalaciones y la falta de personal no son los problemas; son las consecuencias del problema, que al parecer está pasando inadvertido: una mentalidad mediocre y pobre que nos hace actuar a todos en perjuicio de los demás. La idea "el que no tranza, no avanza" es propia de una mentalidad llena de limitación y temor, en donde la animalidad del más fuerte se impone sobre los principios de equidad y justicia que provocan el verdadero bienestar y progreso duradero de cualquier sociedad.
Si realmente quisiéramos de alguna manera mostrar nuestro respeto por los niños fallecidos y sus familiares, en lugar de hacer placas conmemorativas deberíamos comprometernos en un proceso de cambio de mentalidad, hacia una «mentalidad de abundancia», en donde amamos a las personas y usamos las cosas. Mientras sigamos viviendo en la «mentalidad de escasez» seguiremos en la «cultura de los objetos» en la cual amamos las cosas y usamos a las personas. Seguir en la «mentalidad de escasez» es condenarnos al subdesarrollo y la autodestrucción. Inevitablemente más mexicanos seguirán muriendo por la negligencia y abuso de unos pocos que son tan pobres, pero tan pobres, que lo único que tienen es dinero.
Y todo esto no solo se aplica a los negocios. La violencia intrafamiliar, el trabajo mal hecho, las adicciones, los divorcios, los suicidios, etc. están relacionados con la misma mentalidad que produjo la tragedia de la guardería: una mentalidad que tolera los problemas en lugar de resolverlos.
Cambiar a una «mentalidad de abundancia» implica un esfuerzo consciente para ver la vida como una fuente de oportunidades y bendiciones suficientes para todos aquellos que están dispuestos a sumar esfuerzos para multiplicar resultados. En esta mentalidad "la competencia" no se ve como una amenaza, sino como una fuente de motivación y aprendizaje para ser cada vez mejores. En todos los países ricos y con altos niveles de bienestar se sabe que la falta e competencia solo produce incompetencia en las personas y las organizaciones.
Rindamos un homenaje a los niños fallecidos, a los niños que vivirán con el trauma de las quemaduras, y a todos sus familiares demostrándoles que su sacrificio no será inútil. Si este muy lamentable incidente sirve para cambiar nuestra mentalidad, algo bueno saldrá de la experiencia que nunca debió ocurrir. Sólo así podremos crear mejores oportunidades de vida para los hermosillenses y todos los mexicanos. Sólo así será una realidad lo que tanto repiten en las campañas políticas: ser el número uno y pasar al siguiente nivel.